José Carlos, mi marido, mi compañero de vida con quien he compartido 29 años de mi vida y no me he dado cuenta de que todo este tiempo ya ha pasado.
Solo espero que sea yo la primera que tome el último camino porque ¡nunca! me he sentido sola contigo y no sabría afrontar esa nueva forma de vida en solitario por muchos nietos que puedan “aparecer”. Tenemos una convivencia tranquila, serena, donde encontramos paz al cabo del día, todo sin estridencias en ese junto termino donde se encuentra la virtud.
Es curioso, nos conocimos y a los pocos días ya sabíamos que nuestro destino era estar juntos y ¡nadie daba “dos duros” por nosotros! como nos dijeron cuando hicimos 18 años de matrimonio, lo cierto es que no sé si lo que nos une tanto es lo diferentes que somos o lo que nos parecemos en el fondo, del fondo de nuestra alma, pero ¿sabes! que no me importa.
Eres un hombre nervioso pero prudente, sensato pero amante de las aventuras, amante de lo hogareño pero necesitas sentir el viento en tu cabello para sentirte libre, es el gato tu mejor aliado en la forma de afrontar la vida pero eres noble y leal como el perro, fuerte y vigoroso como el caballo. No sé qué harías sin tus hijos, Oscar y Diego, en ellos te reflejas. No sé tampoco como no terminas de escribir tu novela, si escribieras nuestra vida, ¡solo con eso! Ya tendrías un argumento para ella. ¿Qué nos tendrá guardado el Destino para nosotros?
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